* Concierto en Logroño *

El joven más famoso de Vitoria surcaba los cielos de México dando los últimos coleteos a su gira por Latinoamérica y cosas de la vida, aterrizó en la plaza del Ayuntamiento de Logroño. 

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Para emoción de los incondicionales de las letras cercanas y llenas de amores y desamores, bajo una imagen fresca y provocativa además de una frenética y muy, muy insinuante coreografía.

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Un concierto programado a última hora, lluvia en los minutos previos, escasas pruebas de sonido.

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Salvados los obstáculos, con media hora de retraso sobre el horario previsto, Raúl Fuentes, ‘Raúl’, saltó literalmente al escenario y ofreció la primera dosis de un particular estilo de baile que le ha llevado a sobrepasar las fronteras musicales de Sudamérica y Estados Unidos.

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Así se subió el telón de un concierto que pasó, durante cerca de dos horas, por unas cuantas fases. Una primera en la que Raúl tuvo que despertar a un público algo tímido, a excepción de sus más fieles seguidoras que ‘pillaron’ sitio en primera línea.

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Una segunda en la que los asistentes daban sus primeras chispas al ritmo de Sueño su boca. Propios y extraños, de éstos últimos también había unos cuantos, sintieron como una de sus piernas daba una especie de ligero taconeo, algo cercano al baile pero no considerado como tal, mientras sus labios comenzaban a tararear de forma autónoma la letra de una canción aprendida 'sin querer'.

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Y por último llegó la fase Prohibida coincidiendo, como no podía ser menos, con el éxtasis final del concierto. Con la plaza a rebosar y tras escuchar los ‘bises’ del público, Raúl no defraudó a sus incondicionales y se explayó con su último éxito.

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Aunque el título de su segundo álbum indique lo contrario, Raúl vino a Logroño sin trampa ni cartón. Estuvo cerca de dos horas sobre el escenario, un tiempo nada despreciable a juzgar por los ensayos de conciertos que han ofrecido conjuntos de todo tipo en esta plaza. Pero además, y a falta de un sonido nítido, brindó y sorprendió con unas tonadillas a ‘capella’.

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Pero no todo fue baile desenfrenado en inmejorable compañía femenina. Revivió algunos de los temas lentos que pueblan su aún corta discografía. Pero sin duda, más de uno abandonó la sala después del concierto tarareando ‘deeeeebería estar prohíbida...’.