Raúl: «Ahora bailo más suelto, no estoy pendiente y sale solo»
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El cantante de Vitoria ofreció anoche un concierto en el viejo Carlos Tartiere
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A pesar de rogar puntualidad en la nota que convocaba a los medios de comunicación a la rueda de prensa y de que sabía que a la hora programada ocho y cuarto de la tarde la sala estaba llena de periodistas, Raúl continuó con las pruebas de sonido durante veinte
minutos más.
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A las nueve menos veinticinco de la noche, pidiendo disculpas con una sonrisa que tumbaría a sus
fans, apareció, por fin, ante los medios.
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Mientras en el exterior del estadio muchos jóvenes, entre los que predominaban las chicas, hacían cola para entrar, aunque faltara hora y media para el comienzo del concierto, el cantante de Vitoria reflexionaba sobre su segundo disco,
Haciendo
trampas. «Este trabajo supone una evolución que se ve reflejada en los temas y en las letras. Con él hemos intentado corregir cosas del anterior álbum que no gustaban o que estaban
anticuadas», confesó.
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De su primer trabajo, Sueño tu boca, se vendieron 600.000 copias. Pero a Raúl no le preocupa que este disco alcance los mismos resultados.
«Igualar esas ventas es una meta que te planteas, pero tampoco es una obsesión. Lo que más me preocupa es que el público
responda», afirmó. Pero, por si acaso, apuntilló que del primer sencillo de
Haciendo
trampas, Prohibida lleva vendidos 250.000 ejemplares. Con cierta timidez, el cantante señaló que en este álbum se incluye un tema que él mismo ha compuesto,
Sigue
aquí, y que escribe desde hace muchos años.
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Las coreografías son una parte vital en el espectáculo de Raúl. «Es un trabajo que requiere su tiempo, pero la gira del año pasado me sirvió de entrenamiento y este año estoy más suelto; el baile me sale solo y no tengo que estar
pendiente».
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Asegura que sus
fans, durante los conciertos, siguen el show sin bailar, pero cuando llega
Sueño tu
boca, el respetable se lanza al contoneo que muestra el cantante en el
vídeo clip, «y también hace el movimiento del tumbao de
Prohibida».
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Dicen que sólo gusta a las chicas quinceañeras, pero el foro del concierto que Raúl ofreció el miércoles en el viejo Tartiere demostró que no es así.
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Entre las casi diez mil personas que llenaban el estadio había de todo, hombres y mujeres, niños, jóvenes e incluso personas de avanzada edad.
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Puntual, Raúl saltó al escenario y el recinto se fundió en un solo grito. Pocos minutos antes había ocurrido ya lo mismo cuando el público impaciente vio salir a alguien al escenario... Era un técnico de sonido.
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Baila fue la primera de las canciones que el joven alavés interpretó en el escenario, al tiempo que movía su cadera con sensuales movimientos junto a sus dos bailarinas. Raúl, ataviado con un pantalón negro y una camisa verde, alternó durante todo el concierto los grandes éxitos de su anterior disco,
Sueño su boca, y las nuevas canciones de su último trabajo,
Haciendo trampas.
«Es un placer estar otro año más en Oviedo ofreciendo y poniendo un poquito de música en estas fiestas», afirmó rotundamente entre los gritos de cientos de jóvenes. Y no dudó en añadir: «Sólo os pido una cosa, es mi única condición, que saltéis, gritéis, cantéis..., pero sobre todo... que seáis muy felices».
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El público no dudó ni un instante en hacer caso de las indicaciones del cantante y, sobre todo en las canciones más marchosas, en las que le acompañaron incansablemente coreando sus letras y bailando.
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Con temas como Fue una locura, el joven cantante trató de demostrar que su éxito no se reduce sólo a sus ya habituales canciones veraniegas, y cantando pequeñas estrofas a capella hizo patente la fuerza de su voz.
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A las doce menos cuarto, con los primeros acordes de
Sueño su boca, surgió la primera explosión del público. Desde ese momento, ya mediado el concierto, muchos de los asistentes no pudieron aguantar más sentados en las gradas y se lanzaron hacia el césped en busca de más espacio donde poder bailar.
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Raúl no sólo no defraudó a su público incondicional, sino que supo ganarse su complicidad haciéndole partícipe de su juventud y de sus ganas de cantar. Fueron pocos los intermedios entre canciones en los que el joven cantante,
no dirigió una palabra amable o de aliento al público para que siguiera el ritmo de sus canciones.
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Tras casi dos horas, el recital tocaba a su fin, y el joven se despidió dando las gracias a los asistentes por su entrega. Los gritos del público no fueron muy intensos a la hora de pedir otro «bis»; sin embargo, no era porque no quisieran, nadie se movió... sabían que volvería porque aún faltaba el gran éxito del verano...
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Y así fue, Raúl volvió al escenario para interpretar una canción de su anterior disco,
Días de lluvia, durante la cual obsequió a sus fans con un sombrero que acababa de sacar al escenario.
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Por fin llegó el colofón.
Prohibida, una canción que todo el mundo ha bailado en alguna ocasión, puso el punto y final al recital.
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La luz, el humo, la voz y la marcha de Raúl hicieron del concierto un espectáculo en el que no falló ningún detalle. Todo estaba perfectamente estudiado y los asistentes no se aburrieron ni siquiera en las dos ocasiones en que Raúl abandonó el escenario para cambiar de camisa.
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Incluso la presentación de los músicos del equipo también tuvo su toque de distinción, pues se hizo de forma original y divertida.
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